jueves, 30 de noviembre de 2017

ANÉCDOTA DE CARLOS GARDEL

JALEA COMO FIJADOR





Esta anécdota fue corroborada por Francisco Canaro y por Cátulo Castillo.
En Barcelona (aunque Canaro escribió que fue en Madrid), parece que el Zorzal se hacía lustrar los zapatos siempre por el mismo muchacho. Una tarde, bajo el bronceador sol de la Hispania, Gardel chifló despreocupadamente el comienzo del tango "Silbando" con la misma melodía que se aprecia en las dos grabaciones que dejara. El lustrabotas quedó extasiado.
–¡Qué bien silba, señorito don Carlos!
–Ma' qué silbo... Es un pito, pibe...
El muchacho aprovechó la confianza que le regalaba Gardel para preguntarle:
–Dígame usted... Perdone la curiosidad... ¿Qué se coloca en el cabello, para tenerlo así de reluciente y bien peinado?
El Zorzal se juzgó humorista y le contestó:
–No se lo batas a nadie... ¡Dulce de membrillo! Probalo, es un fenómeno.
–¿Jalea, dirá usted?
–Eso es, jalea. Pero tiene que ser de la buena.
A la tarde siguiente volvió Gardel por la parada del lustrabotas. Tenía el pelo que parecía un caso morocho, a lo Louise Brooks.
–¿Viste, pibe, qué bien te queda? ¡Parece que me hiciste caso!
–Sí, señorito, es verdad... Pero debe de haber algún misterio, porque a usted las moscas no le hacen nada, y en cambio a mí... Vea... ¡No me dejan vivir!

http://www.carlosgardel.8m.com/anecdotas.htm






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