miércoles, 1 de noviembre de 2017

PRIMERA PÁGINA EDITORIAL AL Nº DE NOVIEMBRE DE 2017

EDITORIAL AL Nº 269





Pasaron las elecciones de medio término del 22 de octubre con un resultado que le dio a Macri, a su equipo de CEOs, a los grupos de poder concentrados, a los medios hegemónicos y a la corporación judicial (totalmente desbocada), un importante triunfo, afianzándose en el parlamento con una primera minoría que le permitirá bloquear toda reacción opositora.
Una oposición fragmentada con un grupo duro y otro temeroso en muchos casos; a modo de ejemplo vale recordar las congratulaciones de Massa (el gran derrotado) la misma noche del 22 de octubre reafirmando que seguirá colaborando con el oficialismo. Se espera a futuro una enérgica reconfiguración del escenario partidario.
La capital, la provincia de Buenos Aires y 13 de los 23 distritos electorales se tiñeron de amarillo, a pesar de la agresiva política neoliberal y anti obrera inaugurada el 10 de diciembre de 2016. Se avecinan tiempos difíciles para las fuerzas democráticas, progresistas y trabajadoras.
El votante, conscientemente o no, será el responsable de lo que pueda suceder en los próximos dos años que restan de un gobierno neoliberal, que vino para ocasionar la más frenética desigualdad social, y ahora, agrega el presidente, para eliminar obstáculos, el “desaparecer a 562 argentinos indeseables”.
“Son 562 los argentinos que frenan el cambio en el país” había amenazado Macri antes de las elecciones, en charlas privadas, quienes merecen “ser enviados en un cohete a la luna”. “Una lista bastante acotada, por cierto”, completó.
Mandar a la luna”, donde no hay vida, significa literalmente “eliminar” “desaparecer” terminología ésta utilizada por la dictadura, una desacertada reflexión que debe preocupar, sin embargo los medios complacientes la mantienen eclipsada con su manto de impunidad y protección que los implica.
                 Falta saber qué hará Macri los próximos meses, si continuará con el ajuste salvaje o moderará los “cambios”. ¡¡¡Hasta cuándo aguantará el país y fundamentalmente sus habitantes para subsistir con una política que apunta a un triste final anunciado: el default y el retorno indefectible al aciago diciembre del año 2001!!!
Vale recordar aquel año funesto de Cavallo, “el del corralito” y “del que se vayan todos, con 14 muertos en Plaza de Mayo y la huida de De la Rúa en helicóptero, que costó catorce años recuperar; sin embargo aquel fantasma asoma a la superficie anunciando su “vuelta”, ya sea en persona como en ideas.
Uno de los problemas más acuciantes del momento es la total concentración de poder en escasas manos y grupos, lo que deja huérfana la posibilidad de reacción de un pueblo, que por otro lado se encuentra además de jaqueado, sometido a un “control extorsivo” de todos sus actos y movimientos.
La libertad se convierte en utopía, en “un miedo a ejercerla”, que aunque en teoría pueda hacerlo, en la práctica se autocensura y auto reprime. El país se encuentra ante una libertad rigurosamente vigilada, una libertad peligrosa.
Gran parte de la oposición a su vez también se encuentra sometida a las mismas condiciones, y a quienes no se logra doblegar con la “billetera”, se lo hace por medio de la coacción (el conocido carpetazo), y hay también aquellos que se sienten gratificados de ser serviles a un proyecto ajeno, a un proyecto neoliberal, bendecido desde los grandes centros mundiales de poder.
Hace 16 años el país se vio sumergido en violentos episodios callejeros, estado de sitio y la peor crisis económica y social de la historia reciente, cuando el 20 de diciembre de 2001, De la Rúa abandonó la casa de Gobierno. “Renuncié porque la realidad me superaba”, había admitido con descaro el radical, mientras el país se incendiaba.
Argentina vivía el final del modelo de paridad cambiaria peso-dólar y de apertura sin freno de la economía al mercado externo, con una recesión que terminó en saqueos, muertos, la caída del gobierno, 5 presidentes en 12 días de caos y la mayor moratoria de una deuda soberana de casi 100 mil millones de dólares.
Hoy, lamentablemente, se vislumbra otra vez la sombra de aquellos días, tras la figura de uno de los máximos responsables, Domingo Cavallo, que reaparece desde la triste historia y se arroga el papel de maestro de los cachorros que hoy manejan la economía como lobos devoradores, en un país gobernado por el más ultra liberalismo atendido por sus propios dueños: los CEOs de los grandes monopolios. Aumenta la deuda en pesos y en dólares a un ritmo infernal, hipotecando la vida de futuras generaciones. La industria no detiene la expulsión de trabajadores calificados, la red de protección social se debilita licuando programas, la carestía hace estragos, con un 30% de inflación en este año para los sectores de menores ingresos, se maquinan nuevos tarifazos, se reduce la cobertura a jubilados, los empleos que se crean son precarios, la fuga de capitales tiene niveles de máxima intensidad, sólo falta esperar ¿cuándo explota?
 El marketing de la inmensa red oficial de propaganda pública y privada logró su objetivo de “convencer”, por omisión o confusión, a una gran mayoría del pueblo argentino que votó “un cambio”, el que nunca ocurrió desde la asunción de Cambiemos.
Yo estoy acá porque ustedes lo han decidido”, sentenció Macri la noche del 22, bailando, festejando, entre globos y papelitos de colores, agradeciendo al electorado.
 En esta oportunidad nadie puede llamarse a engaño, una importante mayoría refrendó con el sufragio esta política de ajuste implementada el 10 de diciembre de 2015, consintiendo a su agudización, a los nuevos tarifazos que se vienen, a las “reformas” laboral, previsional, tributaria, educativa y política, al continuo endeudamiento sin límites, mientras se llevan el oro del Banco Central a Londres en garantía, como en las mejores épocas del cipayismo de Rivadavia y Roca, en un mundo que marcha a una concentración derechista, crispada en muchos casos por crecientes casos de xenofobia.
 Sin embargo queda un consuelo: “no hay mal que dure 100 años”, salvo, claro está, el bono a ese plazo por u$s 2.750 millones.

                                                       Hasta la próxima








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