jueves, 2 de junio de 2016

BRASIL DESPUES DEL GOLPE



Ataque directo al Mercosur




El plan de la Casa Blanca para reducir al Mercosur a una alianza comercial está muy cerca de ser coronado por el éxito. Para lograr el vaciamiento del sentido político de la alianza continental, desde Washington pergeñaron un plan destinado a que los gobiernos populares que sustentaban al Mercosur cayeran uno por uno y fueran reemplazados por gobiernos neoliberales, amistosos a las directivas bajadas desde el Norte.
La planificación fue muy bien ejecutada y no necesitaron ni de la Cuarta Flota ni de ningún comando de boinas verdes para llevarla a cabo. Las acusaciones de corrupción y las causas armadas con la complicidad de los establishment locales lograron reemplazar a un gobierno peronista hostil a Washington por otro neoliberal en la Argentina, y tumbaron al gobierno de Dilma en Brasil. Les queda el mandato de Nicolás Maduro en Venezuela, que tambalea bajo el fuego sostenido de la oposición venezolana.
Por supuesto que esto no obedece a un capricho ni a una demostración vacía de poder, sino que hubo dos razones de peso para llevar a cabo esta jugada. La primera y más evidente: incorporar a la gran mayoría de los estados de América latina al nuevo tratado Transpacífico, que reemplaza al desaparecido ALCA. La otra, derribar o por lo menos debilitar, el eje de los BRICS, que venía en crecimiento sostenido. A Estados Unidos no le cierra una alianza encabezada por dos países líderes y que no aceptan su mandato como Rusia y China.
Para lograr los objetivos que venimos explicando, la caída del gobierno petista ocupa un papel central. Sin el liderazgo del país más importante de la región, el Mercosur es una cáscara vacía, que sólo contiene tratados comerciales pero que no funciona como escudo político protector frente a un mundo pleno de incertidumbre. Por eso, Dilma Rousseff fue suspendida en su cargo, pese a que no tiene causa judicial alguna que comprometa su libertad.
Esta crisis anula la fortaleza política de Brasil, ya que sea cual sea el futuro inmediato, no habrá un gobierno fuerte capaz de imponer su autoridad a toda la población. El país está claramente dividido y ni siquiera se puede descartar que el PT pueda volver a tomar el poder. Los primeros sondeos dicen que nadie supera todavía a Lula en intención de voto.
Son tiempos oscuros los que atraviesa América latina, pero a diferencia de otras épocas aún peores como las del Plan Cóndor o la década del 90, los pueblos están de pie y dispuestos a pelear por no perder los derechos que tanto les costó ganar.

                                                                                  Pablo Salcito


BRASIL: BLANCOS, RICOS Y “LIMPITOS”

Tras este nuevo golpe de Estado en Brasil, surge en América una situación más que delicada: “El Imperio” volvió a poner su interés en el que continúa considerando su patio trasero.
Al igual que ocurrió en Argentina por vía electoral, el nuevo gobierno provisional surgido por un “golpe blando”, avanzó desde el primer día en implementar un gobierno autoritario, de corte ultra liberal.
Suprimió ministerios y secretarías relacionados con los derechos humanos, la igualdad de raza, la mujer, la cultura y la educación, temas que pasarán a segundo término o a ser historia. Y no es casual la elección en Brasil, que tiene una población de sólo el 20% de blancos contra un 80% de negros y mulatos, donde los blancos ocupan en el parlamento el 80% de las bancas. En cuanto al cupo femenino las mujeres sólo tienen el 10% de las bancas, contra el 90% de hombres.
Los nuevos ministros son “CEOs” de las grandes empresas multinacionales, como Blairo Maggi (en Agricultura), multimillonario y primer cultivador de soja del mundo. Muchos son descendientes de los golpistas del año 1964. El 30% de ellos está bajo investigación judicial por corrupción. El gobierno dictatorial del ’64 se autodefinía “de Renovación Nacional”, este nuevo se autodefine como “de Salvación Nacional”.
Ambos gobiernos, el de Argentina y el de Brasil, no por casualidad cuentan con la venia de Washington, y ¡oh, paradoja!, Dilma fue presa política de aquella dictadura del ’64, detenida en 1970 cuando era estudiante, por un tribunal militar que la torturó y la mantuvo presa durante tres años.
En aquella dictadura todos eran también blancos, ricos y limpitos. ¡¡¡Que Dios nos libre y guarde!!!











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