martes, 2 de junio de 2015

EL VIEJO CAFE ROMA




 
Jesús Llamedo


EL VIEJO CAFÉ ROMA DE ANCHORENA Y SAN LUIS

"Se considera bar notable a aquellos bares, billares o confiterías relacionados con hechos o actividades culturales de significación; aquellos cuya antigüedad, diseño arquitectónico o relevancia local, le otorgan un valor propio".

En la esquina NO de Anchorena y San Luis, con el número 3100 de esta última, permanece inmutable ante el paso del tiempo uno de los cafés y bares notables de Buenos Aires. Se trata  del Viejo Café Roma, fundado en el año 1927 como “Almacén y Bar”, tal como se acostumbraba entonces a catalogar a este tipo de establecimientos. Desde el año 1952, en que se hizo cargo su actual dueño, el asturiano Jesús Llamedo, funciona exclusivamente como bar.
Don Jesús cumplió 87 años de edad y reside en el país desde sus 20 años, atiende amablemente al cronista de Primera Página, rodeado de gorriones que entran y salen del bar, como si éste fuera su hábitat natural, donde picotean las migas caídas y las que a veces les lanza Jesús. Los inquietos pájaros revolotean entre las añejas estanterías y sillas; nos enteramos que entran aun los días en que el negocio está cerrado, por el hueco del extractor de aire. Hoy, estos pájaros siguen siendo parte del mítico establecimiento, como lo son el mobiliario y la fisonomía,  desde 1927.  
El asturiano Jesús atesora infinidad de anécdotas que enriquecen la identidad de esta zona de Balvanera. Nos habla con entusiasmo del Abasto, de aquel gigante   Mercado Abasto Proveedor, desaparecido en 1984, que como tantas otras cosas fue arrasado por la modernidad, aunque se conserva altivo su frente histórico. 





Nos cuenta que “al bar acudían y era lugar de tertulia de muchos puesteros del mercado, junto con los choferes de la línea de colectivos  5 (hoy 188) que tenía su terminal justo en esta esquina”.
Recuerda a los viejos puesteros, algunos que emigraron al nuevo mercado de La Matanza, a los más que permanecieron en el barrio y a otros que alzaron vuelo de este mundo, como el frutero Rolando Micale, y 0.Norberto Salvo, también dirigente de fútbol.
Rememora al Canario Pérez, jugador de Boca, a Raimondo de Atlanta, a Enrique Omar Sívori, delantero de River, a los hermanos Rossi, también recuerda los agasajos que tanto Racing como River hicieron en su boliche allá por los años70, festejando campeonatos. Evoca aMarcos Ricardo Busico, el puntero de Boca que brilló por los años 50 y que era vecino del barrio, además de socio de un puesto en el Mercado.
Nos habla del Dr. De Donato, otro vecino y amigo del bar, cuya foto luce en una de las paredes, quien fue jefe de sala del Hospital Álvarez. También recuerda al actor argentino Pedro Rafael Aleandro, casado con María Luisa Robledo y padre de las actrices María Vaner y Norma Aleandro, que dirigía en la vecindad una escuela de teatro y era asiduo concurrente al Roma.
Sobre el mostrador, con algunos cambios modernizantes, está el original pingüino de expendio de agua enfriada con hielo, y también de cerveza tirada.
Se puede observar en una de las paredes interiores  y junto a un viejo ventilador y el fileteado alusivo al negocio, un cuadro gigante del General  San Martin, que data precisamente del “año del Libertador 1950”. Las altas estanterías que cubren todas las paredes del negocio acopiando centenares de botellas de las más variadas marcas de licores, algunos actuales y otros antiguos ya desaparecidos, como  Cubana Padilla, Amaro Monte Cudine, ChinatoGarda, Aperital, Luseral, KalSay, Caña Habana, Grappa con Miel, Caña de Durazno, Chissotti, Pipermint y “otras mentas, FerroquinaBisleri, Pineral o Bols, entre muchas otras rarezas en licores.
El sótano es una especie de museo en el que se guarda una vetusta máquina registradora, antiguas damajuanas, sifones y otros enseres en desuso que marcaron un momento de la historia tanto del bar como de una época pasada.




Escribía el  periodista Sergio Kiernan, en una excelente semblanza, “Secretos y pormenores del Bar Roma”, publicada en Página 12, del sábado 1º de mayo de 2014, relata: “Todavía existe, inocente de toda modernidad y de todo vintage (vintage: palabra inglesa que puede traducirse “vendimia”,  que se utiliza  para designar objetos antiguos de diseño artístico y buena calidad), el Bar Roma, de la esquina de Anchorena y San Luis. Con vidriera a la ochava, ocupa la planta baja de una PH de esas afrancesadas que una vez fueron el mismo tejido de la ciudad, el café mantiene sus ventanas a tijera, grandes puertas de buen hierro y vidrio, con sus rosetones intactos, verjas en doble diagonal, ligeramente curvos y con pimpollos en los cruces, y su último agregado, el anuncio a mano de letristas de licuados y milanesas. Adentro están las sillas de madera, el mostrador original con cisne y pía plana de bronce, la chapita enlozada que prohíbe escupir y hasta dos tubos fluorescentes con bases metálicas, navales, racionalistas. De hecho, lo único cambiado es el piso, de baldosas graníticas a la años ’40, y el tope de las mesas de madera, con una gastada fórmica setentista que ya es casi histórica. Quien tenga la ventura de encontrarlo se podrá sentar a la sombra de un grabado de San Martín bien enmarcado, cerca de los percheros de madera y fierro, y a mano del tablero de precios de felpa, con letritas de plástico. Y hay que sentarse para mirar arriba, a los muros, sin caerse, porque ahí el Roma se pone realmente único con metros y metros de estanterías cubiertas de su stock de bebidas, cientos y cientos de botellas de etiquetas amarronadas hasta lo indescifrable (…) Estas reflexiones son invitadas por la atmósfera tranquila del bar, que no busca entretener y por lo tanto no aturde. Es un gran lugar para leer, ver pasar la gente, escribir, conversar sin gritos o comer una milanesa sin complicaciones. La experiencia hace recordar, como la magdalena de Proust, una manera menos complicada de estar en público. El Roma tiene 87 años cumplidos, un diploma de su Comuna por los servicios prestados y un cartel fileteado de la Vice jefatura de Gobierno que, extrañamente, afirma que está en Balvanera. Una pieza patrimonial que se puede disfrutar de ese modo tan raro hoy en día, el de darle su uso original.”


El Bar Roma, además de  galardonado con un diploma de la comuna por su  trayectoria, pasó a integrar la lista de los hasta hoy 73 bares notables de Buenos Aires, junto a otros de  Balvanera y Almagro como:

La Perla del Once, de Rivadavia 2088;
Las Violetas, de Rivadavia 3899;
La academia, de Callao 368;
El Café El Banderín, de Guardia Vieja 3601;
El Café de Los Angelitos, de Rivadavia y Rincón;
El Bar de los Hermanos Cao, de Independencia y Matheu;
Clásica y Moderna, de Callao 892;
El Bar de Roberto, de Bulnes y Perón;
Y el Café Los Galgos, de Lavalle 501, que lamentablemente cerró  sus puertas en enero de este año 2015.



Los Bares y Cafés porteños jugaron siempre en la historia de la ciudad un papel protagónico, de identidad. No sería posible concebir nuestra ciudad sin la presencia de bares, donde se forjaron poetas y artistas. En todos ellos hay figuras evocativas como  la foto de Gardel, la de Evita, la del Gauchito Gil, la de artistas, la del equipo de fútbol preferido del dueño, y elementos característicos como angelitos, galgos, cataduras, esfinges y decenas de otros símbolos.
Estos negocios, en su mayoría, fueron paridos por la colectividad española ingresada en el pasado siglo y volcada mayormente a la gastronomía, así como la italiana se dedicó al comercio de frutas y verduras, la judía a la de ropa al igual que la árabe, la armenia a las almacenes de suelas;  cada comunidad aportó algún rasgo particular para completar finalmente nuestra identidad. Sin duda, todos aquellos inmigrantes contribuyeron a crear la imagen y la idiosincrasia de lo que hoy es nuestra ciudad, que con el paso del tiempo se convirtió en cultura ciudadana. El café-bar actuó en la historia como sitio de encuentro de amigos, de discusiones futboleras o políticas. Sus ecos recogen burlas, llantos y silencios, grandes silencios. En sus mesas se crearon movimientos culturales de todo tipo, se tejieron sueños, fantasías, ilusiones y proyectos. Se escribieron versos, se formaron parejas…
También fueron un observatorio del devenir de la sociedad. Sin ir más lejos nuestro periódico Primera Página nació en el hoy desaparecido Bar América, de la esquina de Corrientes y Bíllinghurst, hace de esto ya 22 años.

 

Poema al Café Bar Roma

By Pseudomona: Terocruzlunes, mayo 07, 2012.

Hay un lugar por donde el tiempo pasó
Bastante más rápido que en el resto del barrio
Es cuando Anchorena conoce a San Luis
Vieja esquina de Balvanera
Donde las horas no caminan sino corren
Y veloces pasan también por sus dueños

Todo es servido como en las cantinas de antes
No, aquí no hay envases de plástico
De gaseosas ni aguas saborizadas
Tampoco vasos o platillos descartables
Y en el fondo rítmicamente se puede sentir
El eterno trabajar de una vieja cafetera

Durante las mañanas grises como esta
En que Buenos Aires poco a poco se deshoja
Eternos clientes sientan sus cansinas charlas
Y miradas nostálgicas en antiguas patitas de madera
Seguramente estarán sorprendidos de cómo
Vertiginosamente cambia la vida y ellos siempre igual
Año tras año de la misma manera.

Miguel Eugenio Germino

Agradecemos la contribución de Jesús Llamedo

FUENTES
- http://cafecontado.com/tag/balvanera/





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