jueves, 4 de septiembre de 2014

PRIMERA PAGINA EDITORIAL Nº 232



EDITORIAL SEPTIEMBRE 2014 Nº 232




La famosa frase laissez faire, laissez passer es una expresión francesa que significa «dejen hacer, dejen pasar», se refiere a la completa libertad económica, el libre mercado, la libre manufactura sin control, los bajos o nulos impuestos y el escaso control laboral por parte de los gobiernos.
 La usó por primera vez Jean-Claude Marie Vincent de Gournay (1712 - 1759), un fisiócrata del siglo XVII que estaba en contra del intervencionismo del gobierno en la economía.
En la segunda mitad de aquel siglo, en el calor de la Revolución Industrial inglesa, Adam Smith desempeñó un papel muy importante en la popularización del laissez-faire, tanto que es considerado el padre de las teorías de libre mercado o librecambismo. La idea principal era la no injerencia de los estados en asuntos económicos.
Según Adam Smith, había una mano invisible del mercado que guiaba a la economía capitalista por la cual la suma de los egoísmos responsables repercutiría en beneficio de toda la sociedad y el desarrollo económico. Las regulaciones sociales, desde este punto de vista, resultaban poco deseables.
 Hoy día la expresión francesa se utiliza como símbolo o sinónimo de liberalismo económico, o del moderno neoliberalismo. Sin embargo, hasta la propia Unión Europea tiene leyes de defensa del consumidor y la competencia.
Es lamentable, pero es real, que en pleno siglo XXI existan políticos opositores apolillados que pretendan resucitar esas viejas y perimidas prácticas que se creían superadas, pero el tema es más complejo, estos políticos apolillados, responden a aquella “mano invisible” camuflada, que pretende dejar al Estado sin armas de defensa para el resguardo de los sectores más vulnerables de la sociedad frente a la cartelización, el monopolio y el oligopolio, figuras todas creadas para fortificar aquel liberalismo brutal.
El escándalo viene a raíz de los tres proyectos que el Poder Ejecutivo presentó al Parlamento para terminar con la trampa empresarial de culpar al “gran bonete” por la suba injustificada de precios, y el escamoteo de la mercadería con los nuevos “precios cuidados”; fallaron la sanciones porque faltaron las clausuras y la prisión de los agiotistas especuladores.
Los mercenarios de la política llaman “gasto público” a toda inversión que se destine a favorecer la educación, la vivienda, la salud y el bolsillo de los trabajadores. Casi todos los precandidatos a presidente opositores, preparados en las gateras para lanzarse al ruedo, coinciden al respecto, no vale nombrarlos, todos los conocen, están fuertemente publicitados por el Grupo Clarín (un puro de Adam Smith), como pata necesaria.
Esos proyectos son consecuencia del abuso de las multinacionales y el empresario cipayo en el incumplimiento de las leyes ya vigentes, como la de Abastecimiento. Tienen como fin evitar los abusos por parte de los grupos económicos concentrados, defender el interés de los usuarios, mediante un nuevo foro judicial, rápido y expeditivo que evite la "apropiación indebida de los excedentes de la cadena de valores", y "brindarles nuevas herramientas a los consumidores para que puedan ejercer efectivamente los derechos consagrados por la Constitución”, según lo especificó el secretario de Comercio.
La justicia tardía no es justicia (como ocurre hoy con miles de jubilados empantanados en los vericuetos del poder judicial por más de 10 años).
Por algo ladran desde la Asociación Empresaria Argentina, la Unión Industrial, la Cámara de Comercio y por lógica, la siempre activa Sociedad Rural. Sangran por su herida de empedernidos especuladores, aprovechadores que se apropian de la riqueza que el trabajador produce, porque sin el trabajador no hay riqueza, y sin riqueza no hay país.
Por otro lado avanza en el Congreso el proyecto de “Pago soberano de la Deuda externa”, proponiendo la jurisdicción local, para desactivar las injerencias externas en asuntos soberanos del país por el Juez Griesa, tal como opina el economista y Premio Nobel de la Paz, el norteamericano Joseph Stiglitz.
Atención señores, guárdense el laissez faire, la mano invisible del capital, y el fallo del juez de los holdouts en el cofre de los recuerdos de una historia trágica, la que hoy pretenden reeditar como hipocresía de los insaciables poderosos.
Estén tranquilos señores, que el pueblo ya es adulto, no consume vidrio molido, y les impedirá volver al pasado, a ese pasado que supieron construir con la destrucción y el endeudamiento del país, la desocupación y el empobrecimiento del pueblo trabajador.

Hasta la Próxima
















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