viernes, 4 de abril de 2014

BALVANERA Y EL ESPACIO PUBLICO




USO Y ABUSO DEL ESPACIO PÚBLICO EN LA CIUDAD

CAMINATA POR EL PREDIO DEL 15.6.2013


Para el desarrollo armónico de una sociedad planificada hace falta consensuar un conjunto de valores, que deben traducirse en normas que recapitulen las “buenas costumbres” que se fueron perdiendo, producto del excesivo mercantilismo y egoísmo propio de los llamados “tiempos modernos”.
Así nuestra ciudad y nuestro barrio se fueron convirtiendo en una especie de tierra de nadie, en los que cualquiera que tenga cierto poder se puede apropiar de parcelas pertenecientes al bien común, para el uso propio.
Terrenos fiscales mal administrados por organismos oficiales como el ONABE y el ADIF, son entregados en dudosa concesión por cánones bajos, lo que da lugar a no infundadas sospechas de falta de transparente ecuanimidad.
Así las cosas, no se respetan las políticas de ocupación del lugar público, en muchos casos por desconocimiento y en otros por indolencia. Así se van llenando las veredas de mesas y sillas (en el caso de bares y restaurantes), carteleras, luminarias, mercadería en exhibición y otros enseres, que se han vuelto parte del paisaje barrial.
Hoy el gobierno porteño proyecta ocupar parte de los escasos espacios verdes de las plazas y parques, con bares expendedores de comidas rápidas y bebidas, lo que constituye un verdadero disparate.
La usurpación alcanza también a instituciones deportivas que en los años 90 se apoderaron de los espacios verdes aledaños a sus predios, o por ventas y concesiones que dieron que hablar por su irrisorio precio, como el caso del amplio predio vendido a la Sociedad Rural en Palermo, hoy retenido mediante cautelares judiciales concedidas por jueces cuestionados, algunos provenientes de la época de la dictadura, y otros del menemato liquidador privatista.
A todo esto se suma el escaso interés de las autoridades locales por el espacio público, con el descuido de los espacios verdes y priorizando las actividades comerciales privadas sobre lo público.
Mientras que en el barrio de Saavedra, la instalación de una comisaría de la Policía Metropolitana dentro de un área verde del barrio es precisamente lo opuesto a un buen ejemplo, así como en Balvanera los terrenos aledaños a la terminal Once que cada día ocupa más la Policía Federal.
Ni qué hablar de los terrenos reclamados para establecer el Parque de la Estación, hoy usurpados por concesiones y prórrogas “non santas”, y por los que los vecinos vienen luchando desde hace ya 14 años.
Se entiende que el valor del espacio verde para la Ciudad es imprescindible, no sólo como argumento visual y paisajístico, provocando un corte o una discontinuidad del cemento, sino que además oxigena a la creciente masa edificada atenuando la monotonía edilicia. Al mismo tiempo, la fronda actúa como reguladora de un microclima urbano que retiene el anhídrido carbónico y el polvo suspendido en el aire.
A su vez las áreas verdes tienen un importante rol en la regulación térmica y contribuyen a la ordenación hídrica que evitan las inundaciones. Es necesario repensar una nueva política para la Ciudad desde sus espacios públicos y verdes para el usufructo gratuito de los vecinos.
¡Basta ya de privatismo y emprendimientos mercantilistas!

Consejo de Redacción 



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