martes, 4 de septiembre de 2012

PRIMERA PAGINA EDITORIAL 210



EDITORIAL Nº 210 SEPTIEMBRE DE 2012
 

El escabroso tema de “la distribución del ingreso” es el caballito de batalla de Montescos y Capuletos, de políticos bien intencionados en oposición a políticos mal intencionados. Claro está que no transitamos el siglo XVI, aunque en algunos aspectos la disputa ideológica-mediática ha retrocedido hasta épocas impensadas de los tiempos.
Introduciéndonos en el tema, en principio surgen dos preguntas puntuales: ¿cuál es el ingreso del que se trata? y ¿cómo se compone el actual cuadro distributivo?
Allí es donde aparece el primer obstáculo y la primera gran confrontación entre los que acumulan riqueza por un lado, y los que pugnan por una distribución más equitativa por el otro. Se trata de un problema crucial no resuelto a lo largo de aquel siglo XVI, y de mucho antes todavía, tal vez desde el comunismo primitivo que alumbró al ser humano (especie animal denominada Homo sapiens, del latín homo=hombre, sapiens=sabio), previo al surgimiento de las clases sociales y del estado como fenómeno de civilización.
Todo arranca desde el instante en que algunos grupos sociales pretendieron tomar más de la naturaleza y de la efímera producción prehistórica en detrimento del resto.
Saltando siglos llegamos al actual estado de apropiación de bienes, que hace imperativo analizar lo justo o lo injusto de tal distribución, de las tierras y de lo producido por la mano del hombre mediante su trabajo. Es por cierto un tema escabroso, pero es el tema madre de todas las demás cuestiones y que hoy nos ocupa.
 De cómo se componen los ingresos del Estado y de cómo éste los distribuye, en obras, sueldos, jubilaciones, subsidios, prestaciones, etc. De quiénes deben y cómo deben tributar para el sostenimiento de ese Estado.
Como primer análisis surge el IVA (Impuesto al Valor Agregado) que se tributa en todas las etapas de la cadena productiva y de distribución en forma  indirecta y que grava por igual a todos, sin importar el patrimonio ni el lugar que ocupe en la escala social. Esto  provoca una primera gran injusticia contributiva, ya que en la perinola del azar “todos ponen” sin distinción de categorías, jerarquías y condición social.
Es sin lugar a dudas un gravamen indirecto regresivo, más fácil de recaudar que otros directos más específicos que apuntan a las ganancias y al patrimonio.
El problema radica entonces en el “qué hacer”: continuar con este injusto esquema  contributivo  o idear uno más justo en el que  la imposición recaiga en las mayores ganancias y no en el mayor consumo.
Sobre el Impuesto a las Ganancias (anteriormente Réditos) son varias las apreciaciones. Primero, con respecto al régimen de cuarta categoría (trabajo personal) debe determinarse de una vez por todas un mínimo no imponible móvil, actualizado automáticamente por el porcentual promedio del aumento de salarios, que evite los anuales “tiras y aflojes” y protestas de aquellos que, más aventajados en las categorías altas de los convenios, se sientan perjudicados.
Otro tema irresuelto es el de los “sueldos y asignaciones en negro”, que es impulsado hasta por el mismo Estado al implementar sumas “no remunerativas” en distintos convenios homologados. Todo un despropósito que perjudica a los jubilados y activos al momento de jubilarse. Asimismo, las tablas de progresividad se encuentran desactualizadas desde el año 2000 (año de la debacle financiera), con lo que se produce un achatamiento contributivo perjudicial para las categorías inferiores.
Otro de los temas a reformar son los topes máximos que en Argentina terminan en el 35%, mientras que en países como Japón superan el 60% y EE.UU., Francia, Canadá, Holanda y Dinamarca el 50%.
Pero no todo termina allí, hay actividades injustamente exentas como es la transferencia de acciones y plazos fijos, que no tributan, o el voluminoso dinero de los juegos de azar que va a parar a “manos extrañas”. De aquellos el Estado solo recibe un 5%. Esta actividad debe nacionalizarse en forma urgente pues enriquece a concesionarios y monopolios ligados a dicha actividad, en detrimento de las mayorías. No deja de llamar la atención que en la Provincia de Buenos Aires funcionen 4.000 agencias de juegos cuyos tickets están en manos de la empresa Boldt S.A. (concesión entregada en la época de Duhalde), que recauda por dicho servicio unos 360 millones anuales, con negocios también en la actual gestión de la Ciudad.
Por último, un dato que paraliza: en el país hay cerca de 150 mil máquinas tragamonedas que dan una ganancia diaria de $ 1.500 cada una. Consultar a un cardiólogo antes de hacer la cuenta del producido anual. ¿Y los casinos? ¡¡¡También chochos!!!
Entonces ¿es necesaria una urgente reforma tributaria o no?

                                         Hasta la próxima

1 comentario:

Anónimo dijo...

MUY buena esta editorial!! Muy esclarecedor, es un tema importante para que se abra el debate. Gracias! Virginia