viernes, 16 de julio de 2010

HONDURAS MON AMOUR

matarían en la próxima, que la Policía asesinará a toda la Resistencia”, denunció tras obtener la libertad.
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(Ida Garberi - Red Voltaire) Honduras - Edwin es uno de los que está pagando su “culpa” de participar en el movimiento pacífico de la resistencia y de apoyar la preparación política de su barrio. Pero, sobre todo, por ser testigo ocular del homicidio de Francisco Alvarado, asesinado brutalmente por tres policías en Flor de Campo, el 22 de septiembre de 2009.
Aquella noche fue tiroteado su auto por ráfagas de fusil y con objetivo claramente amenazador.
Cuatro días después, su compañera en la vida, Wendy Elizabeth Ávila, fue asfixiada por los gases lacrimógenos de los gorilas quienes despejaban los alrededores de la embajada brasileña, donde el presidente constitucional Manuel Zelaya se hallaba refugiado.
Desde aquel día la vida de Edwin fue completamente destruida, trastornada, quebrada… Pero él siguió la lucha pacífica al lado de la resistencia y con una razón más: no permitir sueños tranquilos a los asesinos de Wendy. Para ellos no habrá ni olvido ni perdón.
El Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Honduras (COFADEH) encontró a Edwin adolorido, cegado por el gas tóxico. Cuenta que lo detuvieron a las 11 y 30 de la noche, supuestamente por conducir después de ingerir bebidas alcohólicas, pero asegura que la policía lo hizo mientras se hallaba fuera del auto charlando con un amigo, además, él es prácticamente abstemio.
“El oficial que hizo la detención se llama Vargas, es nuevo en el barrio, pero con él estaban los tres policías que yo denuncié como asesinos”, explica Edwin.
Agregando: “Cuando yo afirmo que no acepto de ser detenido sin motivo, Vargas me rocía el gas tóxico en los ojos y los demás empiezan a pegarme. A la fuerza me echan dentro de la patrulla”.
También menciona que: “Por 45 minutos dimos vueltas sin detenernos, mientras me interrogaban acerca de los nombres de los compañeros de la resistencia. Cuando llegamos a la estación de policía de Belén, empezaron a torturarme con descargas eléctricas dentro de las orejas y tenía la sensación de que me hacían vibrar el cerebro".
Edwin permanece con vida por las denuncias de los vecinos testigos de la detención y las gestiones de Dina Meza coordinadora del COFADEH y Bertha Oliva, quien fue personalmente a rescatarlo en la estación policial de Tegucigalpa.

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