jueves, 1 de julio de 2010

¡ESCÁNDALO EN LA LOTERÍA NACIONAL!


24 DE JULIO DE 1942


¡ESCÁNDALO EN LA LOTERÍA NACIONAL!


“Cuando los niños cantan”


Ya en la calle no hay ladrones

se treparon al poder.

De noche no hay que temer,

de que se usurpe lo ajeno,

hoy se roba en día pleno

con amplia autorización.

¡Viva la Constitución!

Las doce han dado y sereno…


Coplita popular de los años 1920


Sucedió a fines de la llamada “Década Infame” (1930-1943), la que se originó con el asalto al gobierno democrático por parte del General José Félix Uriburu, el 6 de septiembre de 1930.

Fue esta una época signada por las persecuciones, detenciones políticas y la tortura, la creciente dependencia, la proliferación de los grandes escándalos, los negociados, la corrupción y la mishiadura (del genovés miscio = pobre).

El de “los niños cantores” fue otro más de aquellos escándalos, en este caso protagonizado por adolescentes, con la ayuda de algunos adultos, que sustituyeron la bolilla del premio mayor por una idéntica fabricada por un tornero.

El grueso de los billetes había sido adquirido por los “niños”, sus familiares y amigos, pero fue tal la indiscreción del caso que despertó sospechas y motivó la investigación.

La Comisión Parlamentaria, encabezada por el diputado Agustín Rodríguez Araya, llegó a descubrir otras maniobras de la Lotería en la venta de billetes y pagos “truchos” de premios no reclamados en la que estaban involucrados no pocos funcionarios, concejales y jueces, ¡un escándalo con varias puntas!


LA DÉCADA INFAME Y SUS NEGOCIADOS


…la ley es tela de araña,

En mi ignorancia lo explico;

no la tema el hombre rico,

nunca la tema el que mande

Pues la ruempe el bicho grande

Y solo enrieda al los chicos.”

del Martín Fierro


Al presidente Uriburu lo sustituyó Agustín P. Justo, y a éste Roberto Marcelino Ortiz, aunque completó su mandato el vice, Ramón Castillo, siempre en elecciones turbias y escabrosas, teñidas de fraude, con matones, urnas volcadas y votos comprados.

Los escándalos de corrupción se multiplicaban y el de “los niños cantores” se constituyó en uno más en una mar de “pillos” que reprimían a la gente digna al grito de “¡al ladrón, al ladrón”!

En momentos en que la lucha ideológica y la guerra desgarraban a Europa en una puja entre el fascismo por un lado y el marxismo y la formal democracia occidental por el otro, la Argentina en dictadura era un campo propicio para todo tipo de negocios non sanctos, amparados desde el mismo gobierno y el poder. Así, los nobles apellidos y empresarios inescrupulosos amasaron fortunas malhabidas y derrochaban los “mangos” que le eran esquivos a las masas populares que sufrían los rigores de la mishiadura, la persecución y la represión.

En la marabunta compuesta por funcionarios, mercaderes, concejales, jueces y diputados corrompidos, los unos hacían su agosto, y los otros padecían el implacable invierno en los bolsillos famélicos en busca del esquivo “mango”.


¿Donde hay un mango, viejo Gómez?

los han limpiao con piedra pómez.

¿Dónde hay un mango, que yo lo he buscado

con lupa y linterna y estoy afiebrado?


Podredumbre I: la de los frigoríficos y las carnes


Hacia 1935, el mayor y más famoso affaire de la época, llevado a cabo por los frigoríficos Anglo, Armour y Swift involucró a unos cuantos poderosos, entre ellos el ministro de Economía Federico Pinedo y el de Hacienda, Luis Dahau. Destapado por Lisandro de La Torre, terminó por costarle la vida al senador Enzo Bordabehere, que fue asesinado por un mercenario.


Podredumbre 2: la de la CADE


En 1933, la empresa de capitales belgas, CADE (subsidiaria de la multinacional SOFINA), se transforma en S.A. con el propósito de evadir impuestos. En el proceso, hace lobby y unta el carro de distintos concejales, además de sobornar, vía avisos publicitarios, la opinión de gran parte de la prensa porteña. Finalmente, consiguió la aprobación del Consejo Deliberante para una concesión hasta 1997 (por 60 años).

Señalaba en 1936 Federico Pinedo: “Hay que arreglar el problema porque el gobierno necesita de CADE, para arreglar sus problemas financieros. En estos días nos han prestado siete millones de pesos y no es posible que el gobierno, que no ha podido colocar un empréstito, pueda ponerse a joder con una empresa que tanto le sirve”.

El 29 de octubre de 1936, con los votos de radicales, conservadores, y socialistas independientes, se aprueba la concesión.


Podredumbre 3: la venta de terrenos del Palomar


En esta historieta interviene otro noble apellido: Pereyra Iraola, en la persona de María Antonia, consorte de Herrera Vegas. Junto a su hermana pretendieron vender al Ministerio de Guerra un terreno de 23 hectáreas que lindaba con el Colegio Militar, en El Palomar, a valor de 1 peso el metro cuadrado. Peritos oficiales determinaron que estos terrenos, además de tener una hipoteca de 723.000 pesos, solo valían $0,19 el metro cuadrado, de manera que la operación se cayó, momentáneamente.

A pesar de ello estas perseverantes damas comienzan el negociado: le venden el terreno a Néstor Luis Casás a $0,65 el metro cuadrado, con la condición de escriturar en 120 días. Con tiempo suficiente el apoderado del comprador, un tal Jacinto Baldaserre, negocia directamente con la Cámara de Diputados y logra venderle los terrenos a $1,10 el metro cuadrado, y además le permite una escrituración simultánea en tres tiempos, pero en orden inverso.

El Estado entonces pone la “guita”: $2.450.000, que paga a Casás, éste a su vez le paga a las señoras $1.450.000, que pagan la hipoteca. En una palabra, el adquirente gana $1.000.000 sin poner un centavo.

Una comisión investigadora determinó que ese millón de pesos se había repartido en sobornos al General Baldrich, al presidente de la Cámara y a otros diputados, entre ellos el radical Víctor Guillot, que decidió suicidarse, dejando parte del soborno a su amante. El resto de los culpables lograron huir al Uruguay para esquivar la ley.

Lo que para los peritos valía $0,19 el metro cuadrado, costó al Estado $1.10, con lo que terminó pagando cinco veces más.


Podredumbre 4: la de los Niños Cantores


“¿Qué quieren? ¡Casi todos viven bien y gastan más de lo que tienen y todos los ven y nadie dice nada! ¡También nosotros tenemos derecho a pasarla bien!”, dijo como protesta y justificación uno de los niños cantores tras el affaire.



Si bien el escándalo de los niños cantores de la Lotería Nacional fue un porotito en un mar de cebollas de los grandes negociados de la época, mediante la investigación, se logró descubrir la corrupción paralela imperante en el seno de la misma lotería. De todas maneras, resultó traumática la participación en la estafa de un grupo de jóvenes —boys scout— de entre 15 y 20 años, aunque al mismo tiempo despertó cierta simpatía complaciente en la opinión pública de entonces, a pesar de que los jóvenes habían violado el séptimo mandamiento.

Todo comenzó una fría y lluviosa tarde del invierno de 1942 cuando el grupo de adolescentes se da cita en el Café de los Angelitos de Rivadavia y Rincón, en el barrio de Balvanera. Aquel fue el sitio elegido para planificar la original estafa.

Uno de ellos explica que un oficial tornero, Sabino Lancellotti, compañero de trabajo, estaría dispuesto a fabricar una ficha idéntica a las usadas por la Lotería, con el número que eligieran como ganador, la que cambiarían en el momento del sorteo. Todos de acuerdo, ponen en práctica el plan en el sorteo del 24 de julio de 1942, con el número 25.977, previamente comprado por los niños. Todo resulta a la perfección.

Envalentonados por el primer éxito, los chicos van por más, proyectan un nuevo golpe, esta vez con el número 31.025 para el sorteo del 5 de septiembre. En esta oportunidad la indiscreción y la gran cantidad de anotados en la maniobra contribuyen a “levantar la perdiz”. Participan del proyecto a sus novias, éstas a sus padres, éstos a sus amigos y la bola de nieve se extiende al punto que en el Abasto todos estaban enterados y ya nadie podía conseguir el numerito venturoso, tanto que hasta los quinieleros esquivan tomar apuestas con el 25.

Los inexpertos jóvenes delincuentes calcularon mal su bravuconeada, y a pesar de lograr el objetivo en la sala de sorteos, se levantan tantas sospechas que pronto son detenidos, entran en contradicciones y por fin confiesan su fechoría.

Conscientes de que atrás de los chicos tenía que haber algo más, una comisión investigadora que nombra la Legislatura y que encabeza el diputado Agustín Rodríguez Araya, descubre graves irregularidades en el funcionamiento de la Lotería, aun desde antes de los episodios con los niños cantores. Entre éstas estaba el uso de bolillas de distinto peso, lo que significaba que en el resultado de los sorteos las más pesadas tenían mayores probabilidades de salir, y una lógica ventaja de los apostadores de esos números sobre el resto. También se encuentran pruebas de cobros truchos de premios no reclamados por los ganadores, o maniobras en la venta de los billetes que se asignaban a “pobres y lisiados” pero que en realidad usufructuaban funcionarios, jueces, concejales, ex ministros, algún representante de la iglesia y hasta una “humilde” señora que poseía 8.000 hectáreas en el litoral.

En conclusión, los únicos condenados fueron los niños cantores y el tornero, que recibieron penas de entre tres y cuatro años. Por supuesto que el sorteo del 5 de septiembre resultó anulado.

Miguel Eugenio Germino

Fuentes

-Casal, Horacio N. “Los Negociados”, Historia Popular, N°42, Centro Editor, 1971

-Ceres, Hernán, “Niños cantores”, Todo es Historia Nº 44, diciembre de 1970.

-http://www.elhistoriador.com.ar/articulos/decada_infame/negociado…

-http://www.lanación.comar/nota.asp?nota_id=211201

-Pigna, Felipe, “Escándalo en la Lotería”, Clarín, 24 de julio de 1942.

1 comentario:

Natalia para Loterias dijo...

Parece que cuando los niños cantan las loterias muchos se aprovechan para meter la mano donde no deben