martes, 4 de agosto de 2009

Biblioteca para Ciegos:


La ardua lucha cotidiana por la integración

Apenas se traspasa la entrada, una bocanada de aire fresco inunda al visitante de la Biblioteca Argentina para Ciegos, ubicada en una tranquila calle de Almagro, en Lezica 3909. Concebida como “lugar de pertenencia y punto de encuentro de las personas con discapacidad visual”, la entidad persigue una misión insustituible: contribuir a la plena integración de los no videntes a la sociedad. Se trata de una organización no gubernamental sin fines de lucro, fundada en 1924 por el escritor y docente ciego Julián Baquero y por el Dr. Agustín Rebuffo. Este año fue declarada de interés cultural y educativo por la Legislatura porteña y cuenta con 600 socios, quince empleados y algunos voluntarios. Los socios se reúnen en asamblea una vez por año para aprobar el balance, designar la Comisión Directiva y fijar los lineamientos a seguir.

La biblioteca está considerada como la más importante del país en su especialidad, y una de las más relevantes de América Latina. A través de sus valiosos servicios, se constituye en una eficaz herramienta que facilita el acceso a la cultura y a la información de las personas ciegas. Está conformada por áreas esenciales como la “Biblioteca Braille Circulante” y del “Libro Parlante”, que dispone de más de mil obras grabadas, en su mayoría en los propios estudios de la institución. El material se puede retirar en la sede o recibirse a domicilio, por envío gratuito.

Por otra parte, en la Imprenta Braille Informatizada se producen las revistas que edita la biblioteca, así como los pedidos que formulan particulares y empresas. Asimismo, el organismo se encarga de la distribución de productos de uso exclusivo para no videntes como bastones, pizarras, punzones y papel braille. El Servicio de Apoyo Educativo brinda material de estudio y clases complementarias para alumnos de todos los niveles. Además, hay un sector dedicado a la promoción de deportes para ciegos.

La biblioteca está abierta a toda la comunidad, con entrada gratuita. Cada sábado la sala de lecturas se transforma en un auditorium donde se pueden disfrutar de conferencias, espectáculos musicales y teatrales.

El Director Interino, Daniel Rojas, es honesto y autocrítico respecto a la gestión de la entidad: “Nuestra labor no está muy valorada, no le damos la difusión que corresponde, faltan recursos, somos un poco cómodos. La responsabilidad es un poquito de todos, nosotros tenemos nuestra parte y la sociedad la suya. La gente se debe acercar a ayudar porque quiera, no hay ningún deber moral. La comunidad puede aportar haciéndose socia y pagando la cuota de $10 pero no queremos que sea asistencialista, que ponga dinero, sino que nos dé trabajo”. En este sentido, reclama que todos los restaurantes y cafés cumplan con la obligación legal de tener la carta en braille y que ese trabajo se efectúe en la biblioteca, lo que significaría una fuente de ingresos importante para la institución.

Rojas vuelve a mostrar su costado solidario cuando se refiere al amparo legal de los ciegos: “Si bien el certificado de discapacidad nos otorga ciertos derechos como el pasaje gratis y los medicamentos a menor precio, la protección es insuficiente pero no queremos apuntar siempre a eso porque ¿acaso los niños, la tercera edad, están protegidos? No se trata de arrimar agua para nuestro molino. En nuestro caso, los ciegos de sectores bajos tienen todos los servicios en forma gratuita”.

La administración se basa en una autogestión con recursos genuinos: “Con la cuota social se recaudan 6000 pesos. También se obtienen ingresos de donaciones, venta de productos, el alquiler de algunos departamentos del edificio y las publicaciones en braille que editamos. Además, recibimos un subsidio de la Comisión de Bibliotecas Populares de 4200 pesos. La vamos remando, estamos con todos los sueldos y los impuestos al día, las finanzas están equilibradas”, afirma con satisfacción el director.

La biblioteca ofrece asesoramiento sobre programas o dispositivos que permiten adaptar una computadora para los discapacitados visuales. Según Rojas, el avance tecnológico galopante de los últimos años equivale para los no videntes ahaber recuperado un ojo”.

El director admite progresos en cuanto a la problemática de la discapacidad: “Ahora hay más conciencia frente al hecho de la discapacidad, hay mucha mayor atención y preocupación por parte del Estado. Hay otra idea y otra obligación legal, que se logró por presión social”, asegura. Afortunadamente, parece que por fin llegó la hora de que cada uno haga suyo y lleve a la práctica el lema fundante de la institución: “Ayuda a todo ciego en toda forma”.

Laura Brosio

Laura Brosio

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