sábado, 7 de marzo de 2009

LAS CALESITAS EN ALMAGRO


LA VIEJA CALESITA DE PLAZA ALMAGRO

“Cuando llueve o la calesita está cerrada, los chicos lloran…” Antonio Vila (Viejo calesitero de Plaza Almagro)

Con su dolor de tango…giran las pocas calesitas tradicionales que quedan en los barrios porteños, pese a la avalancha modernizadora que las acosan. Lentamente se extingue el inofensivo y nostálgico entretenimiento que fue pasando de padres a hijos… y a nietos. Pero ¿hasta dónde y hasta cuándo resistirán? En los momentos de auge fueron las esquinas y los baldíos su morada natural, hasta que en 1993, durante la intendencia de Saúl Bouer (gobierno de Menem), cuando se imponían en el país las presiones del gringaje modernizante y colonizador, se intentó extenderle certificado de defunción a las calesitas barriales, puesto que pretendían instalar modernos carruseles con motivos neoclásicos. Sin embargo, 26 de las clásicas sobrevivieron gracias a que fueron declaradas patrimonio cultural de la Ciudad de Buenos Aires, entre ellas la que está en la Plaza Almagro. Hasta su nombre tradicional “calesita” (un argentinismo) pretendieron cambiarle. Es verdad que el diccionario diferencia “calesita” de “carrusel”, por el movimiento de las figuras, especialmente caballitos y otros animales, que suben y bajan. En otras latitudes se las llama “tiovivos”, aquí: “Sigue llorando el tango Y en una esquina palpita, Con su dolor de fango La calesita.” Con sus caballitos, autos y avioncitos, muchas veces con la añeja pintura descascarada, continúan haciendo el deleite de los más pequeños y la gratificación de sus padres. El simple girar y el hechizo de su música e imágenes, hace volar la imaginación también en redondo. LA CALESITA EN EL MUNDO Aunque el origen es incierto, la versión más difundida la ubica en Constantinopla (la antigua Bizancio), donde un enorme plato de madera con caballos del mismo material, unidos a un palo central, giraba sobre sí mismo, con el nombre de “maringiak”. Pero al decir de Facundo Cabral, “hasta que el pueblo las canta, las coplas, coplas no son y cuando las canta el pueblo, ya nadie sabe el autor”. En algún momento entonces la calesita pasa a ser patrimonio del mundo, y por eso se la conoce con diferentes nombres. En nuestro país la primera calesita se instaló hacia la década de 1860 en el “Barrio del Parque”, cerca de lo que hoy es el Teatro Colón y el Palacio de Tribunales. También de ese lugar había partido en 1857 el primer ferrocarril hacia La Floresta. La primera calesita de origen nacional data de 1891 y se instaló en la Plaza Vicente López. Fue fabricada por el francés Cirilo Bourrel, junto con Francisco Meric y un español de apellido De la Huerta, que financió del proyecto. Las primeras calesitas funcionaban tiradas por caballos o mulas. Algunas llegaron a propulsarse mediante el pedaleo de hasta quince de los propios clientes, una originalidad diseñada en 1922 por Pedro Bourrel (hijo de Cirilo). Después vino la propulsión a vapor, luego el motor a nafta y finalmente la electricidad. Hacia 1928 se creó la Unión de Propietarios de Calesitas, que recién obtuvo la personería jurídica en 1955. Muchas calesitas tenían un lugar fijo de instalación, pero debido al alto costo de los alquileres algunas eran constantemente mudadas de un lugar a otro, y no pocas deambulaban “en andas” por distintos huecos y baldíos deshabitados. En la década de 1940 se diseñó el primer carrusel argentino que funcionó durante años en el Jardín Zoológico de la Ciudad de Buenos Aires. Actualmente se encuentra emplazado en el parque infantil del Club de Leones de Ayacucho (provincia de Buenos Aires). La música la produce un importante órgano mecánico "La Salvia", fabricado en 1943, dotado con tres muñecos animados y un importante frente tallado, una verdadera reliquia del sonido y de la forma. LA MÚSICA Y LA SORTIJA Originariamente era el organito el que le brindaba música de calesita. Entonaba inocentes canciones populares como En alta mar, Que llueva, Tengo una muñeca, Pancho López, más tarde La gallina Turuleca, Vamos de paseo, etc. Con el tiempo las canciones cambiarían; desaparecería el organito y los temas modernos serían rápidamente asimilados por los chicos que, por otra parte, abandonan la calesita a edad cada vez más temprana, para dedicarse a la computadora. La sortija, por su parte, remite a una de las tradiciones camperas y es utilizada sólo en la Argentina. Aquél que logra sacarla tiene como premio una vuelta gratis; un gran incentivo es cuando muchas veces se entregan hasta tres o cuatro sortijas por vuelta. LAS CALESITAS EN ALMAGRO Los días más tristes para los calesiteros son los de lluvia, extrañan el ritual cotidiano del suave girar de los caballos, como al ritmo de la música y también extrañan el alboroto de los chicos y el rito de la sortija que se repite desde décadas, esquivando decenas manitos, unas más ágiles que otras. La Calesita de Robertito: Rotó en la calle Boedo 495 esquina Agrelo entre los años 1964 y 1965, con piezas de madera fabricadas por los hermanos Barchuk. La Calesita de Roberto Pampin: de Bulnes 483, instaló allí su calesita entre 1968 y 1979, cuando la trasladó a Jean Jaurés 1055 y más tarde al edificare en ese lugar, la reubicó en 1989 en el otro extremo de la plaza Monseñor de Andrea Cabrera 2911 y Anchorena, finalmente en 1996 pasa a San Luis y Boulogne Sur Mer. Éste es uno de los ejemplos del errar calesitero por cuestiones ajenas a su voluntad. Una Calesita en la Calle Salguero: aproximadamente al 430, roto durante breve tiempo en aquel lugar. LA CALESITA DE PLAZA ALMAGRO Antonio Vila llega a Plaza Almagro en 1979, trayendo su calesita del anterior emplazamiento que tenía desde 1962 en Lima Oeste y Av. Pavón (Plaza Constitución). Don Antonio, un joven de 90 años bien llevados, de refinado carácter, con 55 de calesitero, nos brinda algunos detalles y secretos del oficio. Siempre se opuso a la propaganda en su calesita, a pesar de infinidad de ofertas. Hasta rechazó una propuesta del actor Adrián Suar, que le ofreció alquilar su calesita por tres días para filmar un programa de TV. Su calesita cuenta con un biombo articulado adherido al plato giratorio de 7 metros y medio de diámetro, con una circunferencia de 25 metros. Tiene tres filas de caballitos que suben y bajan, fabricados por los hermanos Sequalino, de Rosario. Hoy, cada día son menos las calesitas tradicionales que perduran; las figuras ya no se hacen de madera tallada artesanalmente, porque se utilizan hormas y fibra de vidrio. También redujeron su tamaño y casi no quedan grandes calesitas, como la del Jardín Zoológico, que tiene dos pisos. Otras nuevas son muy pequeñas, como la del Shopping Spinetto, ornamentada con figuras de altos edificios. Cuenta con un autito de policía, otro de bomberos, un auto cupé y una moto. ¡Forma muy particular de concebir una calesita!

Miguel Eugenio Germino

FUENTES
-Diario Clarín, 16/08/1998. -Mellincovsky, Alejandro, Calesitas de valor patrimonial, Bs. As, GCABA. -Periódico Primera Página, nº 63, mayo de 1999. -http://www.cecilgoitia.com.ar/La Calesita.htm. -http://www.taringa.net/post/info/852279/La Calesita.htm

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