jueves, 8 de enero de 2009

JULIO CESAR FUMAROLA


EL 6 DE FEBRERO DE 1974
LA “TRIPLE A” SECUESTRA Y FUSILA
A JULIO CESAR FUMAROLA

“…Todos nosotros creíamos en el arte y en el amor
mientras los cipayos mataban y torturaban.
En oscuras oficinas pergeñaban, con un simple
bolígrafo de 20 centavos el latrocinio,
cómo cesantear ilusiones…”
Alfredo Carlino

Copete: Julio César, como lo conocían los amigos, familiares y compañeros de militancia, fue óptico, fotógrafo calificado, reportero gráfico y por sobre todo un apasionado militante social que no dejó de denunciar durante su vida de apenas 32 noviembres, las injusticias del régimen.
No podría el sistema perdonarle la osadía de rebelarse. Fue secuestrado en una larga noche del 5 al 6 de febrero de 1974 por un comando uniformado al servicio de la Triple A que, bajo el amparo de una “zona liberada”, actuó cobardemente. Julio César fue torturado y brutalmente asesinado en Ezeiza con cerca de 100 balazos, saña que dificultó su identificación.

EL HOMBRE

Nació el 14 de noviembre de 1941, en el barrio de Balvanera, en una casa de la calle 24 de Noviembre 167. Se inició como óptico en la farmacia Santa Ana, entonces ubicada a una cuadra y media de su casa, en 24 de Noviembre y Rivadavia, esquina SO, lugar en el que hoy se levanta la sucursal de un banco.
Conoció a Ana María Matheu en 1964, con quien se casó el 8 de febrero de 1967, matrimonio del que nacieron sus dos hijos, Leonardo y Mariela.

EL MOMENTO POLÍTICO

El tercer gobierno del General Juan Domingo Perón estuvo marcado desde su comienzo por una intensa puja entre la derecha “ortodoxa” dominada por López Rega más la burocracia sindical por un lado, y por el otro la izquierda conocida como la “tendencia”, integrada por sectores juveniles que adherían a Montoneros y a la Juventud Trabajadora Peronista.
El 1º de mayo de 1974, con dos palabras, "imberbes" y "estúpidos", Perón rompió lanzas con aquella "juventud maravillosa" a la que encomiaba desde el exilio y que, desde finales de los años sesenta se había convertido en protagonista de la resistencia que luchó durante dieciocho años por devolverlo al país.
Montoneros pasó a la clandestinidad mientras López Rega, (“El Brujo”) se volcaba a producir un baño de sangre, hostigando y asesinando a las figuras más destacadas de la resistencia. Actores, escritores, cantantes y científicos se vieron obligados a partir al exilio o encubrirse en la clandestinidad para preservar su vida. Simultáneamente, se iba deteriorando la frágil salud de Perón, al tiempo que se sucedían atentados de uno y otro lado.
Mientras tanto acechaba una crisis mundial denominada entonces, “del petróleo”, y que en el país se desbarrancaba definitivamente tras la muerte de Perón el 1º de julio de 1974. Sobrevendría “el Rodrigazo” y la fuga de López Rega protegido por Isabel, influencia que ocupará el llamado “entorno” de su secretario privado Julio González.
El Operativo Independencia, autorizado por María Estela Martínez en 1975 en Tucumán, dirigido por los generales Acdel Vilas y Domingo Bussi, estuvo determinado a aniquilar el “accionar subversivo” y se extendió a todo el país en el breve interinato de Italo Luder.
Hombres desprestigiados pasaron a ocupar puestos claves, como Ivanisevich en Educación, Ottalagano en la Universidad y Gómez Morales en Economía. Pero no fue suficiente, la situación ya no tendría retorno, el golpe de Estado producido el 24 de marzo de 1976 oficializará a la Triple A, convirtiéndola en Política de Estado.
Lo que vendría después es otra parte de la historia, con secuestros, torturas y treinta mil desaparecidos.

EL HOMBRE Y EL POLÍTICO

“…Con Julio César caminábamos y caminábamos,
hacia el corazón del alba.
Sosteníamos diálogos maravillosos hasta altas horas,
ambos regresábamos a través de los siglos,
de la antigua pasionalidad greco-calabresa.
Éramos argentinos, hijos del sur italiano.
Creíamos en la aurora como la posibilidad
de encontrar pájaros y encantamientos…”

Difícil es despegar al hombre del entorno social en que se mueve. El antiguo café San Martín (hoy Alabama) de Rivadavia y Urquiza, se convertía en escenario de jugosas tertulias en las que se mezclaban la política, el arte y la filosofía. Allí confluían José Luis, Alfredo Carlino y otros jóvenes del barrio, y también Juan Carlos Coral, el líder del Partido Socialista Argentino (PSA) con sede en Urquiza y Alsina.
Julio César fue un luchador social que militó desde muy joven en el Sindicato de Carboneros, de Venezuela y Catamarca, y en el de Canillitas, de Belgrano y Matheu; allí organizaba a los jóvenes desde la actividad teatral.
Anduvo junto a Carlos, Cristina, Daniel y Fernando Naferrate, y a una banda de otros jóvenes impetuosos. Al final de la noche era común encontrarlo en Pipo (fideos, tuco y pesto), con tango, aunque su condición de periodista lo acercaba más al rock que al rumbo de aquella barra.
Estudió Farmacia en la UBA, donde ayudó a crear el Centro de Estudiantes, con sede en Cochabamba al 2800; posteriormente se formó la Comisión de Ópticos, de la que también fue directivo.
Adhirió al Partido Comunista donde militó durante muchos años. A fines de 1964 vendió la óptica y viajó a Europa con el fin de perfeccionarse en lo que fue más tarde su pasión, la fotografía.
Estudió composición y fotografía artística en Suiza y fotografía color en Milán, donde llegó a dirigir un laboratorio de la especialidad.
Pero su vida estaba en Buenos Aires, en su barrio, al que regresaría en 1966 para dedicarse de lleno a su arte, en el que aplicó todos los recursos técnicos que trajo de Europa, muchos aún no conocidos en el país.
Colaboró como reportero gráfico en varias publicaciones, entre ellas, la revista Siete Días. Pero nunca se desvinculó de su compromiso social, presente siempre en sus imágenes que mostraban, por ejemplo, la cara oculta de las Villas Miseria que ya proliferaban en Buenos Aires y a las que los medios masivos prestaban escasa importancia, salvo en noticias policiales.
Dictó cursos y seminarios en el Instituto Superior de Imagen y Sonido, en Leandro Alem casi esquina Sarmiento, donde también fue encargado del Estudio de Fotografía que allí funcionaba.
Trabajó para Fotografía Universal, una de las revistas técnicas especializadas más famosas de la época. Para entonces da un giro en su línea política, acercándose a los sectores revolucionarios del peronismo combativo, que bregaban por “la Patria Socialista”.
Estableció su propio laboratorio fotográfico en la calle 25 de Mayo 611, lugar que, después de su separación matrimonial, fue también su domicilio.

EL SECUESTRO

“…Y crecíamos creyendo en la mañana,
en un mundo perverso y de canallas.
Con Julio César, inocente y limpio
como las nubes,
un día de pronto no salimos más
ni supe de sus melodías.
Ya no volvió a preguntar,
por el hacer ahora.
Su cadáver estalló en los diarios,
con cien balas,
sin que pudiéramos creerlo…”

Ocurrió en la madrugada del 6 de febrero de 1974, en su laboratorio de la calle 25 de Mayo, cuando el grupo secuestrador se presentó para consumar la infamia.
No existen muchas precisiones al respecto pero según versiones de algunos testigos, recogidas por el Diario Clarín, en el momento en que se lo llevaban, mientras ofrecía tenaz resistencia, se acercó un patrullero policial, que fue rápidamente disuadido de actuar por los secuestradores con la lacónica frase: “Son cosas nuestras”. No caben dudas de que estaban actuando en una “zona liberada” para la Triple A.
Ya en Ezeiza -continúa la misma fuente- varios hombres descienden de un coche, entre ellos Fumarola con los ojos vendados y las manos atadas a la espalda. Lo obligan a arrodillarse y enseguida recibe casi un centenar de disparos.
El crimen jamás fue esclarecido, nunca se logró encauzar los hechos en una verdadera investigación, para dilucidarlos. Del estudio del fotógrafo, clausurado durante mucho tiempo, desaparecieron valiosas cámaras y otros elementos. Este caso guarda similitud con el posterior de José Luis Cabezas. Algunas versiones hablan de ciertas fotografías comprometedoras que el régimen no podía tolerar.
La Triple A fue el ensayo general para el macabro plan criminal que se desataría a partir del 24 de marzo de 1976.

PLAZA FUMAROLA

Si bien el crimen de Julio César no fue esclarecido hasta el momento, los vecinos de Balvanera lograron que la Plaza que ellos cimentaron en la calle Perón, entre Jean Jaurés y Anchorena, lleve su nombre como recordatorio de todos los días. Allí se fijó una placa conmemorativa, también se colocó una baldosa frente a la casa que fuera su domicilio, en 24 de noviembre 167, donde actualmente vive el poeta y escritor Alfredo Carlino y está disponible su abundante biblioteca personal.

Miguel Eugenio Germino

FUENTES
-Periódico Primera Página nº 124 de noviembre de 2004; 166 de septiembre de 2008; 156 de octubre de 2007; 149 de marzo 2007 141 de junio del 2006.
-Carlino, Alfredo, Réquiem para Julio César Fumarola, poesía, 2007.

Agradezco la colaboración de los vecinos: Ana María Matheu, Atilio Olivero, Isaac Silberstein, Alfredo Carlino y Norberto Barleand.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Querido Julio Cesar tengo tu imagen desde aquel dia de diciembre del 73, cuando fuiste a visitarme a la guardia del FIORITO para comentarme que te ibas a Copahue a filmar un corto publicitario, ya en enero el terror en nuestra patria generaba pesadumbre, ser joven era un pecado capital, con crueldad se inicio la caza de aquellos que proponiamos un pais diferente,con equidad , respeto a la condicion humana.El 6 de febrero recibo una llamada de Fernando Mendoza el poeta de las Barreras y los dias, que el fusilado en ezeiza era J.C . No podia ser el flaco julio Cesar, hermano del alma, no podia ser, nos conociamos desde los 6 años de edad en el barrio del Once, su viejo era un tano maravilloso de profesion sastre, , su hermano el gordo Fumarola cronista y fotografo deportivo del Grafico, cuantos ideales , que paso?, me preguntaba al andar, nadie pudo darme una explicacion , miles de comentarios, recuerdo a jozami presidente del sindicato de prensa hablar sobre lo ocurrido , a Ana Maria que no encontraba respuestas a sus preguntas. Cuanto dolor.

En aquel dia
los secretos de los angeles
sonaban a traves de sus tropetas.
Mi caminar por la gris ciudad
golpeaba en el empedrado azul
de la media noche.
Taciturno, solo, impavido,
repetia tu nombre,
era una terrible alucinación.

Para Julio Cesar Fumarola ( Fotografo).
Pretendia fotografiar la utopia.
In Memoria .

Juan Jorge.