viernes, 9 de enero de 2009

E D I T O R I A L


EDITORIAL Nº 170 - (Enero-Febrero 2009) Comenzamos un nuevo año y el tema de la seguridad, la violencia y la delincuencia atribuible en gran medida a la juventud, está en tapa de todos los diarios y noticieros radiales y televisivos, creando un clima de esquizofrenia y exacerbando las fibras más íntimas del ciudadano que se encuentra cautivo de un mensaje único. No queremos negar ni desestimar el grave problema que existe, pero sí la magnitud del flagelo, que es manipulado por la irresponsabilidad y el compromiso de los multimedios que hacen de la información un espectáculo bochornoso cargado de morbosidad. La campaña miserable emprendida por estos medios informativos, acompañada por no pocos sectores del espectro gubernamental, como por ejemplo el Gobernador de Buenos Aires, el ex motonauta Daniel Scioli, simplifican el problema delincuencial, atribuyéndole la responsabilidad a los sectores más marginados de la sociedad y de la juventud. Se pretende convertir al país en una gran cárcel, tan cruel y perversa como la mayoría de las cárceles de la Argentina, de donde los delincuentes salen mucho peores de lo que entraron. Sólo se denuncia y se consume el problema de la delincuencia y la violencia atendiendo únicamente al desenlace final del hecho, sin entrar a considerar otros grandes factores que abonaron un terreno fértil para delinquir. Nada se dice de la marginación, de las desigualdades, de los problemas educacionales, de trabajo, de vivienda, de los familiares, en gran medida originados en un sistema injusto y excluyente de los cuales el Estado pretende desentenderse, cuando tiene gran responsabilidad. Además la violencia y la delincuencia es un negocio redituable para empresas de seguridad, alarmas, y puertas blindadas, que viven de la inseguridad. Esta multiplicidad de causas, acumuladas durante mucho tiempo, es la síntesis de un desenvolvimiento que llega a la situación que hoy lamentamos. Hoy se descubre que hay violencia juvenil, casi infantil, cuando ayer la sociedad estaba inmersa en una delincuencia y una corrupción de guante blanco, enquistada en el mismo poder, las fuerzas de seguridad y los gobiernos provinciales. Hoy hay delincuencia juvenil porque ayer hubo delincuencia adulta y porque el ejemplo se propagó de arriba hacia abajo, sin que a nadie se le moviera un pelo. Hoy el mundo se pregunta el porqué de la explosión de violencia en Grecia, y ayer se preguntaba lo propio por una explosión similar en Francia. La opinión mundial peca de ingenuidad o pretende eludir responsabilidades haciéndose tan necia pregunta. En Grecia el 20% de la juventud está desocupada. El mundo cosecha las semillas que supo sembrar desaprensivamente. Y la Argentina también cosecha sus propios errores del pasado, varios millones de jóvenes viven desocupados, excluidos, sin la menor perspectiva de futuro, y para colmo víctimas del paco. Como así también hay varios millones de ancianos que viven en la pobreza, sin que a nadie le importe un rábano. La ministra Carmen Argibay, encargada en la Corte Suprema de los asuntos de la infancia, argumenta sobre la inconveniencia de bajar la edad de imputabilidad ante el drama de la violencia juvenil: “No sirve para nada…” Además denunció el abuso policial sobre los jóvenes, muchas veces usados para delinquir por cuenta de aquéllos y convertidos en blancos móviles del gatillo fácil. ¿Ignora esto la sociedad, o mira para otro lado? Para Argibay, el tema se ha magnificado: “Tenemos una sociedad esquizofrénica. Está queriendo cada vez más matar a todo el mundo, en vez de incluir…”. Opina que ése es el punto: la inclusión o la exclusión. ¿Puede una sociedad con tantos millones de excluidos totales, sin trabajo, educación, vivienda ni salud, reclamar únicamente mano dura y cárceles? Estamos ante un verdadero desafío. Las cárceles no producen ciudadanos aptos para una nueva convivencia, más bien, tal como hoy están, son escuelas de delincuencia. Los institutos de menores tienen un régimen carcelario que empeora a los chicos, por lo que debe haber una restructuración total: ¿No le parece gobernador Scioli? De acuerdo a la Convención Internacional de los Derechos del Niño, se los considera tales hasta los 18 años. La ministra entiende que el problema “…empieza por la educación, por la alimentación, en darles un hogar como la gente, darles una atención como la gente. ¿Cómo puede una criatura aprender a querer algo, si a él no lo quieren?... Atender a la infancia y a la juventud es una responsabilidad del Estado”. De nada sirve un Estado represor, el Estado debe ser contenedor. Es malo un Estado que se guíe exclusivamente por el libre mercado; el Estado debe cumplir una función social, de protección al más vulnerable, y como primer paso ese Estado debe terminar con esta sociedad injusta y egoísta en la que solo subsisten los ricos, los poderosos y los corruptos. Es éste el paso previo para que disminuya la delincuencia y la violencia, que no es exclusiva de los jóvenes. Hasta la Próxima

1 comentario:

Unknown dijo...

Excelente Miguel!!!!